jueves, 28 de junio de 2012

Evangelio

Mateo 7, 21-29
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No todo el que me diga: ‘¡Señor, Señor‘!, entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumpla la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. Aquel día muchos me dirán: ‘¡Señor, Señor!, ¿no hemos hablado y arrojado demonios en tu nombre y no hemos hecho, en tu nombre, muchos milagros?‘ Entonces yo les diré en su cara: ‘Nunca los he conocido. Aléjense de mí, ustedes, los que han hecho el mal‘.

El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica, se parece a un hombre prudente, que edificó su casa sobre roca. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos y dieron contra aquella casa; pero no se cayó, porque estaba construida sobre roca.

El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica, se parece a un hombre imprudente, que edificó su casa sobre arena. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos, dieron contra aquella casa y la arrasaron completamente".

Cuando Jesús terminó de hablar, la gente quedó asombrada de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.

Reflexión
Jesús concluye esta gran catequesis sobre la vida cristiana con la invitación a vivirla. No se trata de ser "escuchadores" de la palabra de Dios, sino actores; de ponerla en práctica.

El hacer milagros, sanar personas, expulsar demonios, no es un signo de pertenencia a Jesús…; estos signos pueden ser hechos también por obra del maligno. Por ello no basta decir: "¡Señor, Señor!", sino vivir de acuerdo al Evangelio. Quien se dedica sólo a "escuchar" la palabra de Dios, y no hace un verdadero esfuerzo por vivirla, termina con una vida destrozada. En cambio, quien toma el camino angosto y la puerta estrecha que conducen a la vida, encontrará que su vida se construye en la paz y la armonía interior. El Evangelio no es una filosofía, sino la proposición concreta de Jesús a adoptar un estilo de vida cimentado en el amor, una vida que es capaz de resistir todos los embates de la vida y permanecer en pie, una vida que no se deja vencer por las crisis (cualquiera que éstas sean), sino que las supera y en ello manifiesta la solidez de su fe y su amor al Resucitado.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.

Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro

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