lunes, 23 de julio de 2012

Primera lectura 23 de Julio 2012

Primera Lectura (Lectio Divina)

Miqueas 6, 1-4. 6-8
Escuchen lo que dice el Señor:
"Levántate; llama a juicio a los montes,
que las colinas escuchen tu voz.
Escuchen, montes, el juicio del Señor,
pongan atención, cimientos de la tierra:
el Señor entabla juicio contra su pueblo,
presenta sus quejas contra Israel.

Pueblo mío, ¿qué mal te he causado
o en qué cosa te he ofendido? Respóndeme.
Con la ayuda de Moisés, Aarón y María,
yo te saqué de Egipto y te libré de la esclavitud".

¿Que cosa digna le ofreceré al Señor,
postrado ante el Dios del cielo?
¿Le ofreceré en holocausto becerros de un año?
¿Aceptará el Señor un millar de carneros
o diez mil ríos de aceite?
¿En expiación por mis culpas le ofreceré a mi primogénito,
al fruto de mis entrañas por mi pecado?

Hombre, ya te he explicado lo que es bueno,
lo que el Señor desea de ti:
que practiques la justicia y ames la lealtad y que seas humilde con tu Dios.

Reflexión
Este texto del profeta Miqueas nos presenta la actitud clásica del hijo que sabe que ha hecho mal, que su padre lo pondrá a juicio y que de éste no saldrá bien librado, así que se pregunta: ¿con qué lo contentaré? ¿Le compraré un chocolate? ¿Lo invitaré a pasear?, etc. La respuesta es la que al final nos propone el profeta: ¡Obedécelo!

En la actualidad nos encontramos con una situación semejante a la que ocurría en tiempos del profeta. Hoy la gente quiere agradar a Dios únicamente con prácticas religiosas, muchas de la cuales dada la actitud, resultan vacías y estériles como ocurría en el siglo VIII a.C., cuando ha predicado Miqueas. En los últimos versículos nos dice que lo que realmente agrada al Señor es que practiquemos la justicia, que no es otra cosa que amar a nuestros semejantes; que amemos la lealtad, esto es que cumplamos con nuestros compromisos en todos los ámbitos (con el cónyuge, los hijos, los padres, los amigos, el trabajo, etc.) y que seamos humildes con Dios, esto es que amemos realmente al Señor y lo reconozcamos verdaderamente como el Señor de nuestra vida. Con esto, el profeta nos presenta con anticipación la enseñanza que resume el evangelio de Cristo. No valen de nada delante de Dios nuestras prácticas religiosas si éstas no están acompañadas de amor a Dios y a los hermanos, cuando la religión es sólo un “cumplir” y no una vida en el Espíritu.

Une a tus prácticas religiosas el amor y de esta forma tu relación con Dios y con los demás crecerá.

Oratio
Gracias Señor, porque en tu gran amor, no sólo me pides que te busque y que te agrade sino que, me dices cómo hacerlo. Así, Señor, enséñame a vivir en justicia, una justicia como la tuya llena de misericordia y equidad; a ser leal, es decir, permanecer en cada cosa que hago y crecer para dar testimonio de ti; y por último, enséñame a que mi vida siempre esté postrada ante ti en humildad y adoración.

Operatio
Hoy pondré especial atención en hacer lo que Dios me dice que le agrada: ser justo, leal y humilde.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.

Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro

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